sábado, 8 de septiembre de 2018

SIENDO PREVISOR...



En el edificio en el que vivo se está llevando a cabo la sustitución del antiguo ascensor por uno nuevo. La decisión de acometer esta reforma se tomó en una esperpéntica reunión de los propietarios con un representante de la empresa administradora de fincas, en la que de una u otra manera fuimos coaccionados para que se encargase de dicha obra, determinada empresa ¨líder” en el sector, aunque objetivamente no fuese la mejor de las ofertas (desde el principio fue prácticamente la única propuesta a considerar). En dicha junta vecinal fui testigo del aborregamiento del resto de propietarios, que sin apenas ofrecer resistencia, acataron la propuesta del administrador de fincas y el presidente de la comunidad, aún cuando era evidente la connivencia de ambos con la empresa instaladora. Comprendí rápidamente que, cual muestra representativa de la sociedad, los vecinos actuaban movidos por el desconocimiento y siendo víctimas de la manipulación informativa del administrador de fincas y el presidente de la comunidad, que no cejaban en su empeño por sembrar el miedo y las dudas ante cualquier otra propuesta que no fuese la de dicha ¨empresa líder en el sector¨. Y digo que cual muestra representativa de la sociedad, ya que esa acción manipuladora está presente en nuestras vidas cotidianamente a través de los medios de comunicación, partidos y cargos políticos, redes sociales, etc...

Pero lo que en verdad me preocupa es que la reforma está a punto de terminar y pronto estrenaremos ascensor después de varios retrasos en la obra, que nos han mantenido durante buena parte del verano subiendo y bajando escaleras.

Siendo previsor y conociendo las costumbres caninas, es probable que mi perro Ricky, decida marcar con la típica meadita, el territorio de ese nuevo espacio vecinal que representa el ascensor.

Siendo previsor, cuando ese momento llegue, saldré de casa aprovisionado de una buena cantidad de papel de cocina, una bayeta o lo que sea necesario para limpiar el chorrito de orina, en caso de que no consiga evitar que Ricky acabe llevando a cabo su instintiva acción, que simplemente pretende proteger su territorio o mostrar su miedo e inseguridad.

Siendo previsor, cabe la posibilidad de que algún vecino sea testigo de tal comportamiento del chucho, tan natural por otra parte.

Siendo previsor, puede ocurrir que ese vecino se moleste enormemente porque el bueno de Ricky rocíe con su pis parte del suelo o alguna de las paredes de la cabina del nuevo y flamante elevador. Y aunque todo pueda relativizarse, puedo llegar a entenderlo.

Lo que realmente me cuesta entender es como ese vecino, se puede enfurecer por una pequeña micción canina, pero sin embargo acepta de buen gusto que otro vecino (el presidente de la comunidad) y un par de empresas (administrador de fincas y empresa instaladora de ascensores) se rían de él en su cara y acaben imponiéndole una reforma con unos costes y unas condiciones de financiación abusivas, basándose en supuestas ventajas, desconfianzas hacia la competencia y tergiversaciones.

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